Vivo esperando, exhalando suspiros de añoranza,
por éste día que agoniza, que se marchita y languidece,
y vos, ajena a los sueños que mi corazón anhela,
que se tornan en pesadillas a causa de la distancia,
tomando distintos caminos, otros derroteros,
al otro lado de la orilla del océano inmenso e infinito,
vivo suspirando por conocerte, por comerte a besos.
Otro día más que se extingue,
y con él la llama vivaz de un radiante sol que llega a su ocaso,
que irremisiblemente se vá apagando,
como esa luz que brillaba en mi alma,
que ha dejado de iluminarme, volviéndose sombra,
sumiéndome en el hastío y el desencanto.
La soledad y el silencio van componiendo
una sepulcral melodía de llanto, sentimiento y nostalgia,
gélida ventisca impregnada de olor a melancolía,
que devora la cálida esencia de mi alcoba y de mi cama.
Sólo deseo ahogar mi tristeza en licor amargo,
mezclado con la sal de mis lágrimas que mojan mi almohada,
y embelesado por la idea de poseerte, aquí permaneceré,
esperando con vehemencia que aparezcas de la nada.
Si decides aventurarte y quieres buscarme,
me encontrarás, quizás me halles dormido y embriagado,
despiértame con la insistencia de tus besos y caricias,
recorriendo con tus labios cada palmo de mi cuerpo lacerado,
susurrándome al oído procaces y seductoras palabras,
sintiendo el lamido húmedo y cálido de tu aliento en mi cara,
devolviéndole de nuevo la vida, el deseo y alegría
a mi corazón y alma desolada....